lunes, 15 de diciembre de 2014

Te acojo

Ha sido. Y es.
Y será.
Así.
Con esas tomas leves de contacto
con esa necesidad de contar sin descontarse
con ese pasado que unió y este presente que ahora separa.
Pensé que en tus labios siempre sería de verdad
y pocas veces dudé de la eternidad de tus deseos
y no creí en las conjeturas de los polos
que, aunque opuestos, ya no se atraen.
Nos hicimos mayores aprendiéndonos
y desentendiéndonos del mundo,
apenas nos construimos unos a otros las alas,
echamos a volar
y hemos vuelto, sí,
pero no a ser los mismos.
Por eso hoy te acojo
con ese dolorcito fugaz
de un castillo de naipes que se desmonta
por culpa de un suspiro mal enfocado
con esa pena y esa alegría al cincuenta por ciento
con esa tradición absurda e incumplida
que me pone de mal humor sin querer
con ese miedo primitivo al cambio
con esa empatía mía que me enferma la piel.
Pero te acojo,
como si en mí nacieras o renacieras
ahora:
tan joven tu paz,
tan antigua tu furia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario