martes, 25 de noviembre de 2014

Acción

Llegados a este punto,
a la cumbre de un trabajo forzado
a un sucedáneo de paraíso
a un lugar cómodo alejado del dolor gratuito;
una vez aquí,
habiendo enarbolado la bandera del ganador
en la cima de nuestra historia
habiendo olvidado del todo
y por autoimposición cómo combinaban
nuestros cuerpos desnudos
habiendo puesto un charquito de por medio
por si acaso quisiéramos avanzar un paso más
-así, al mojarnos los pies recordaremos
que no debemos acercarnos si no queremos prender en llamas-;
ahora que yo me siento a salvo de presunciones y abismos,
que sonrío porque puedo mirarte 
y desearte -casi siempre- con el corazón 
y no con la piel.
Ahora quizá no quede ya nada por cumplir.
Quizá esas ganas de lucha hayan mermado tanto
que ahora se confunda la voluntad con el inmovilismo,
con esa idea horrorosa de la acción en la no acción.

Y a mí, las paradas así, al ralentí del tiempo,
que nada tienen que ver con un quiebro en el camino,
siempre me han provocado mucha desconfianza
y nunca dejarán de darme miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario