martes, 18 de marzo de 2014

The Mechanicals

El Juanjo Marín torna a dirigir a la companyia Irrepresentable, integrada per una nova fornada d'actors formats a l'Institut del Teatre (Víctor Vela, Xuel Díaz, David Anguera i Anaïs Garcia) que fan moltes coses i totes les fan bé: actuen, canten, toquen instruments,... El director ha sabut fer-se amb totes aquestes virtuds i crear quatre personatges curiosos i entranyables: The Mechanicals, quatre mestres artesans que amb una petitíssima escenografia i quatre objectes dins un bagul versionen a la seva manera i donen vida a El senyor dels Anells. El text, intel·ligent, irònic i ple de ressò de l'imaginari col·lectiu, es va construint a base de començar coses i no acabar-les mai, amb tot un seguit de gags que enfilen l'entramat i basteixen una història dolça on la música n'és, giarebé, la protagonista. En els escasos trenta-cinc minuts que dura la peça hi trobem, fins i tot, un petit número de titelles d'una tendresa exquisida.

Després de l'estrena el passat diumenge al Teatre Sagarra, els espectadors esperem amb ànsia que The Mechanicals ens entretinguin amb moltes més històries com aquesta.





Foto: Juanjo Marín

miércoles, 12 de marzo de 2014

Burdo intento de salvarte la vida




Si te dijera que tu dolor sale de mis costillas
y viene a anudarme
la garganta como anuda un día de sol
a un otoño apagado:
estriñendo, apocando,
absorbiendo junto al alféizar de las ventanas
los claros de luz
con olor a yerbabuena.
Si te dijera que todo lo que veo
es un burdo intento de salvarte
la vida.
Que mientras te miro
a los ojos y me hablas desde esas pestañas
tuyas cortas e inflexibles
que peinan alguna lágrima rezagada,
y desde esa voz débil de quien sabe
lo que tiene
y no quiere perderlo,
mientras te miro y te escucho, decía,
también miro y escucho
a tu voz de los diecinueve
en medio de un amor recién nacido
que aún perdura;
a tu voz de los veintipocos
que convierte este pueblo y tu casa
en algo mucho más profundo que mi propio hogar;
a tu voz de los casi treinta
que después de buscarse a sí misma ha acabado
encontrándose en el mundo.
Si te dijera que podría atraparme dentro
de tu cuerpo torpe y enfrentarme a las penas
que te maltratan,
que podría apartar las nubes de delante
de tu continuo horizonte para que siempre
saliera el sol para ti,
que te haría vivir en medio
de una constante corriente de aire.
A mí se me pegarían a la piel
todas la formas y los volúmenes y los colores y los sonidos
de cada una de las felicidades que he vivido
a tu lado
sin saber qué hacer para ayudarte
mas que prestarte un abrazo tan largo
como largo sería un día libre de tus recuerdos.
Ahora que tú, la única persona capaz de sonreír
ante las ruinas de su propio
mundo,
tú,
quisieras huir
y yo quisiera quedarme solo si es contigo
y reconstruir tu destino piedra a piedra
con mis propias manos.

A ver, cómo te lo explico:
que quiero estar ahí,
y que fuera de ti no puedo crecer.

martes, 4 de marzo de 2014

Tender a infinito


Tiendo a infinito cuando te pienso,
no tengo límite.

Alejandra Saiz

O tender la pena
de unos ojos que un día fueron míos.
Después fueron tuyos
(y de tu nombre).
Después dejé de reconocerlos.
Y ahora estoy aprendiendo a quererlos otra vez
como propios.
Igual que tú tendías una distancia
entre las dos.
Yo la cosía entre tu cuerpo y el mío
y tú,
entre nuestros corazones
-que es mucho peor-.

Tender
como se tienden las melodías de unas manos exacerbadas
o los poemas, de una voz consumida por las ausencias.

Tenderme
es lo que hice conmigo misma
del precipicio de tus labios.
Escalé el abismo de tu nuca
con los ojos ciegos
(uno siempre es como un ciego
cuando mira de frente a lo desconocido:
todo atracción,
todo tierra fértil,
todo sendero sin fin).

Tenderte
es lo que hice contigo
de mis propias palabras y recuerdos.

Y, sobre todo, tratar de entender.
Por qué yo sí y tú no.
Por qué yo tanto y tú tan poco.
Por qué yo aún y tú ya no.