Habrá una mañana que no será soleada
como la que me despierta ahora
en la que yo no podré pensar en la muerte
con esta frivolidad limpia e implacable
como lo hago hoy
porque estaré usando todas la fuerzas
para encogerme de hombros
y resignarme al destino.
Eso sucederá cuando tú acabes
y tu conciencia no tenga explicación
y solo logren hablar tus recuerdos
y tu cuerpo inerte inunde toda esta habitación.
Será entonces cuando piense
que debo empezar otra vida,
justo en el punto donde tú dejaste la tuya.