martes, 4 de marzo de 2014

Tender a infinito


Tiendo a infinito cuando te pienso,
no tengo límite.

Alejandra Saiz

O tender la pena
de unos ojos que un día fueron míos.
Después fueron tuyos
(y de tu nombre).
Después dejé de reconocerlos.
Y ahora estoy aprendiendo a quererlos otra vez
como propios.
Igual que tú tendías una distancia
entre las dos.
Yo la cosía entre tu cuerpo y el mío
y tú,
entre nuestros corazones
-que es mucho peor-.

Tender
como se tienden las melodías de unas manos exacerbadas
o los poemas, de una voz consumida por las ausencias.

Tenderme
es lo que hice conmigo misma
del precipicio de tus labios.
Escalé el abismo de tu nuca
con los ojos ciegos
(uno siempre es como un ciego
cuando mira de frente a lo desconocido:
todo atracción,
todo tierra fértil,
todo sendero sin fin).

Tenderte
es lo que hice contigo
de mis propias palabras y recuerdos.

Y, sobre todo, tratar de entender.
Por qué yo sí y tú no.
Por qué yo tanto y tú tan poco.
Por qué yo aún y tú ya no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario